sábado, 22 de noviembre de 2014

Opinion: De La Composición del Genio

De La Composición del Genio
Por Adolfo De Lima
adolfo9769582@gmail.com
ucvemprende@gmail.com

Al comenzar a escribir este artículo, no solo me preocupaba que tuviese muchas otras cosas por hacer, sino que vengo de hacer muchas otras. Ayer me trasnoché terminando una investigación con cuyos resultados trabajé hoy todo el día y hoy me toca trasnocharme también… Mañana no será muy distinto. Cuando nos planteamos un objetivo firme y a largo plazo, nos encontramos con tantas oportunidades que nuestra propia determinación nos abruma, sin querer, entre millones de responsabilidades. Sin embargo, entre el cansancio, los nervios y el miedo a fracasar, surge con fuerza el placer no solo de saber que hacemos lo que nos gusta, sino que trabajamos por lo que queremos. Pero por más que la felicidad sobrepase lo negativo, el cuerpo sobre usado a veces exige descanso, bloqueando la capacidad para generar alguna idea útil; cual mono de cuerda con sus platillos, mi cerebro no sirve para mucho en este momento.
    
Las grandes lecciones de vida vienen de los lugares menos esperados. Una de las personas que más influyó sobre mi carácter fue mi profesor de composición  (nótese que alguna vez fui estudiante de música, no a confundirse con músico, no merezco tal honor). De la gran reserva de cosas sabias que recuerdo haber oído de él, recuerdo que al justificar con falta de inspiración una composición a medio hacer que debía entregar ese día, me dijo que entonces no había trabajado lo suficiente. Dijo que si conoces el método (la técnica compositiva), entonces lo que queda es trabajar para fijar un objetivo (una pieza con determinadas características) e implementar el método; trabajar para alcanzar el objetivo. Si desconocemos el método para alcanzar algún objetivo, investigamos o tanteamos para alcanzarlo: trabajamos.

Desde ese día mi mayor fuente de “inspiración” ha sido el trabajo: a menos que no nos dediquemos en pleno a confrontar los problemas que queremos resolver –o las responsabilidades que queremos cumplir- lo único que permanecerá es esa vocecita que nos recuerda siempre que hay algo que debemos resolver, pero que aún no sabemos –o no tenemos- como. Los “bloqueos” vienen de la falta de métodos u objetivos, superarlos es cuestión de trabajar, incansablemente, para trazar objetivos y buscar -o crear- métodos que nos indiquen a donde ir y como llegarle.

He ahí la razón de ser del “¡Eureka!”, no por inspiración divina ni porque algún nervio clave hizo contacto casual con otro, ni porque nos dijimos “Piensa, piensa, pieeensaaa…” como decía Jimmy Neutron antes de resolver problemas de la nada con su ingenio. Funciona porque ese problema que nos molesta, ese problema al que estamos dedicados a resolver, que nos atormenta y nos persigue desde que nos levantamos hasta que regresamos a la cama, ese problema es sujeto de nuestra constante atención y por ende de nuestro trabajo para trazarnos un objetivo concreto o idear un método para resolverlo.


Fue así como redacté este texto a pesar de mi malestar: Sencillamente me senté frente a la computadora, me tracé un objetivo (un tema) y comencé a escribir. Lo demás, como bien dirían algunos, es carpintería. 

Como bien concluyó mi profesor su lección: Decía un tipo, no importa quien: <<El genio es 1% inspiración, 99% transpiración>>”.

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